martes, 18 de noviembre de 2014

Es tan fácil volcar la mirada en vos.
Sos mil caminos uniéndose,
caminos que forman rutas,
esas que guían las miradas solo hacia vos.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Suena el despertador, seis y media de la mañana, ni más ni menos.
Siento calor en el cuerpo, mucho calor, debe hacer unos veinte grados…
Vos no te despertaste, aún seguís durmiendo. Las alarmas nunca logran despabilarte, pero eso no es problema cuando la noche anterior me quedé con vos, es lindo despertarte y que abras los ojos grandes para verme bien porque estoy muy cerca, aunque todavía no logre abrir bien mis ojos, todavía no te desperté…
Con mucho esfuerzo me siento en la cama, y apoyo mis pies en el suelo.
La sensación de frío en medio del calor dura apenas unos pocos segundos, pero pocas cosas son capaces de desencadenar en nosotros algo así como, alivio, ¿no?
Seis y treinta y seis, no te despertaste aún.
Me paro para ir a la cocina y preparar algo liviano, hay que desayunar, vos tenes que ir a la escuela, yo tengo que viajar y volver a casa. Es un poco triste pensar en eso mientras que de acá te miro dormir, tenes puesto un camisón blanco y floreado, tu pelo esta suelo y revuelto, como me gusta a mí, y las sabanas están tiradas todas para el costado, creo que no fui la única que sintió calor anoche, y también creo que cuando puse el ventilador en primera velocidad pensé que era la más fuerte y ahora me doy cuenta que no, uno no sabe, en casa tengo un ventilador que anda al revés que este, la velocidad más fuerte es la primera, tiene tres velocidades, la última velocidad es digamos, la que tiene menos fuerza.
Seis y treinta y nueve, la madera rechina al compás de mí caminar.
Me acordé que hay frutillas y un poco de nueces, las almendras ya las terminamos y también “el maní de elefante”… Te haría un licuado fresco, pero sé que si prendo la licuadora va a hacer mucho ruido y vas a despertarte, creo que si te hago una chocolatada está bien…
Elegí dos tazas iguales, y a cada una le puse tres cucharadas de chocolate. Agregué leche a las dos, las revolví un poco, y las puse en una fuentecita junto con un tarro lleno de galletitas surtidas, no sé si está bien decirle tarro, pero no encuentro otro nombre.
Doblo dos servilletas, y también las pongo en la fuente. Ahora voy a bajar un plato de la alacena para poner un poco de frutillas y unas nueces. Mientras abro la heladera y las busco, también pienso en qué lugar estaban las nueces, creo que estaban en la parte de abajo del aparador, cuando termine de lavar las frutillas y de sacarle las hojitas me fijo.
Hay nueve, nueve frutillas, son medianas así que seguro está bien… Mientras las pongo en el platito miro la parte de abajo del aparador y si, las nueces están ahí. Agarro un puñado y las pongo en el mismo plato en el que están las frutillas, me estaba olvidando del queso untable y de algunas galletitas de agua, y ya está. Ya estamos.
Seis y cincuenta y uno, mis pies pisan la sábana que está caída de tu lado.
Te despertas cuando me siento a tu costado, y sonreís, la primera sonrisa del día me la dedicas a mí, ¡qué feliz sería si te hiciera el desayuno todos los días!
Refregas tus ojitos y te sentas en la cama, relojeas la hora y me miras, seguido de una pregunta inesperada, como casi todas, ¿conoces alguna persona que tenga más de tres nombres?
Entre charlitas rápidas y algún que otro silencio abarcador, en el plato no hay más frutillas, solo quedan algunos restos de nueces, las tazas están vacías, no comimos queso ni galletitas de agua, pero si algunas galletitas surtidas.
Siete y diez, y vos tenes que estar menos veinte en el colegio.
Te levantas a cambiarte y yo, llevo la fuente a la cocina, lavo las tazas, acomodo todo en su lugar, y me cambio también.
Voy al baño, entro y salgo lo más rápido que puedo para que puedas entrar vos. Salís y abrís la puerta para que salgan los perros, y yo entro de nuevo al baño para lavarme los dientes. Siempre compartimos el baño cuando tenemos que lavarnos los dientes, siempre, cuando recién nos levantamos, después de comer, a la tarde después de merendar, antes de salir, antes de dormir. Esta no es la excepción, venís vos también a lavarte los dientes, de paso te peinas un poco, y yo ya lista te miro mientras te preparas. No necesito peinarme, tengo el pelo corto y con rulos, generalmente me lo revuelvo, no necesita más que eso.
Entre preparación y acomodo, se hicieron las siete y treinta y tres… Ya debemos irnos.
Ya afuera, nos tomamos de la mano y caminamos rápido, son solo un par de cuadras, de las cual hablamos de tus tareas, de que entro a cursar una hora y media antes, de nombres, de que no sabes andar en bici sin manos, un poco de todo.
Doblamos ya la esquina, en menos de cien metros nos despedimos.
Cruzamos la calle para que te quede más cerca y no esperes por al rayo del sol, ya son siete y cuarenta y cuatro, llegamos bien.
Llegando a la esquina te despedís de mí, y después de un beso en el que nos apretamos fuerte, te vas corriendo, sin mirar atrás. Yo te miro, sigo mirándote, te veo entrar y ya no hay nada más para mí.
Lamentando no haberte dado un abrazo también, agacho la cabeza y emprendo mi camino a casa.
¡Qué feliz sería si te hiciera el desayuno todos los días!

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Floreció, quizás por la primavera..
Quizás por algún rayo de sol que entró sin permiso,
o quizás no,
quizás no floreció por la primavera,
ni por un rayo de sol,
quizás floreció porque yo quise que floreciera..
No sé en que momento pasó,
no lo recuerdo..
Solo puedo pensar en algo, 
no sé si es correcto pero,
tengo un momento en mente..
Tengo tu carcajada, 
tus ojos achinados,
tengo la noche,
y no tengo nada más.
La palabra sentir me da miedo,
pero no puedo usar otra..
Siento algo,
realmente siento algo,
tengo miedo de darle nombre porque, relamente no se bien qué es..
Pero siento algo,
y se parece a lo que muchas veces leí en los libros,
se parece al amor.
Cuando te veo, 
el día y la noche se confunden de horario,
y se unen,
formando una aleación,
una en la que la luna convive con el sol,
haciendo del cielo algo extraordinario. 
Mis manos transpiran,
y por mi cuerpo la sangre fluye rompiendo en cada esquina de mi sistema,
como un oleaje de tormenta..
Necesito tenerte.
Quiero hacer con vos,
lo que el sol hace con la luna en cielos de confusión, 
jugar al amor..


Retrocedes, y venís como nunca.
Con altura, y con seguridad.
No importa nada ya.
Retrocediste, tomaste carrera y venís con envión.
Ya estas cerca.
Ya estas en la costa.
Te asomaste al borde de mi alma, y quisiste más. 
Tomar mi costa no te fue suficiente.
Y así fue como arrasaste con mi ciudad.
Llegaste al centro.
Qué triste, pensé que ibas a cuidar de mi..
De mi centro.
Te dí mi inmensidad,
y vos destruiste mi corazón, 
fuiste por él, era tu blanco.
Te confundí con el cielo, 
creí que eras él, 
acercándose a envolverme.
Así, como llegaste, 
osaste irte.
Dejando atrás, 
mi alma despedazada..
Mil pedazos sin forma,
incapaces de encajar en alguna parte.
Y aún sabiendo lo que me hiciste, 
te di lugar a replicas,
confié en vos, 
te deje llegar y abarcarme,
pero no supiste aprovecharlo..
Y hoy de nuevo,
soy pedazos.
Soy la nada, 
[la nada no es, 
entonces] no soy nada.