lunes, 29 de septiembre de 2014

Si te dejo en medio de un huracán,
es para que el viento te eleve,
y armes tu cielo.
Si te dejo en medio del océano,
es para que nades,
y llegues a tus profundidades.
Si te dejo en medio de la oscuridad,
es para que brilles,
y tengas mas fuerza que una estrella.
Si te dejo estar a mi lado,
es porque quiero que me ames,
y me demuestres que hay algo más allá de los colores,
esos que se vuelven intensos,
cuando vos,
te acercas.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Días como hoy, cierro los ojos y creo,
dentro de mí,
un mundo en el que no soy vulnerable a nada.
Días como hoy, te pienso más que nunca,
y dentro de mí,
mi corazón se arruma,
al no obtener  tu respuesta.
Días como hoy, quiero ser una masa de aire,
quiero ser invisible,
y que apenas me noten.
Días como hoy, quiero acurrucarme en el abrazo de alguien,
o sentada en el suelo,
llevar mis rodillas hasta mí pecho,
y apoyar mis manos en la punta de mis pies.
Días como hoy, simplemente, quisiera ser nada,
aunque la nada no sea.
Creo que éste es el momento.
Sí, es éste.
No voy a encontrar otro igual, no voy a volver a tenerte otra vez de ésta forma.
Éste es el momento.
Me transpiran las manos, pero no pienso soltar tu cintura.
No, no voy a hacerlo.
Me estoy muriendo por dentro, mi corazón galopa como nunca antes,
y es por vos.
Mi respiración se precipita,
y es por vos.
Mis piernas se vuelven inestables,
y es por vos.
Mis labios se secan demasiado rápido,
y es por vos.
De pronto, apoyas tu frente en mi frente,
y yo aprovecho para envolverte aún más en mis brazos.
Encontrás  un hilito suelto en mi suéter, y comenzas a enrularlo con tu dedo,
¡qué cosa tan dulce verte jugar con algo como un hilito!
De pronto, de un momento a otro, levantas tu cabeza, y soltas el hilito..
Pensé que podía llegar a pasarte algo, pero no, lo soltaste para abrazarme.
¡Qué lindo abrazo!
No pude evitar cerrar los ojos,
no pude evitar imaginarte envuelta en mis sábanas,
en mi piel,
en mí.
Éste es el momento, me dije de nuevo..
No iba a soltarte,
solo aflojé un poco mi abrazo, y alzaste la cabeza,
me miraste y ya no pude más,
mis impulsos se desataron,
todos ellos eran masas de aire frío y caliente,
chocando unos contra otros,
formando una tormenta llena de relámpagos,
agresiva, llamativa, incalmable.
Te besé, y no me detuvo nadie,
no me detuviste.
Me tomaste del cuello, y con una de esas manos recorriste mi nuca,
bajabas y subías, como yo del cielo.
Me apretaste contra tu cuerpo, y en ese momento quise que mis brazos midieran metros y metros,
para envolverte en mil abrazos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Volver a la realidad es muy difícil, siempre estoy fantaseando con vos.
Siempre me sentí más observadora que lo normal.
Siempre me vi mirando más allá de lo que uno era.
Me descubrí a mí misma, mirándote a vos.
Te observaba, como el tigre a su presa.
Pero yo no era como el tigre, yo no quería dañarte y saciarme.
{Yo quería comerte, pero de otra forma.}Me desatabas con la mayor facilidad, éramos vos y yo, y nadie más.
Tu pelo, me gustaba mucho, acariciarlo era lo más parecido a la gloria.
Era grueso, así como una cuerda de violonchelo.
Tus ojos, redondos y brillosos, como si fueran un rayito de sol dentro de una esfera.
Son como el fuego. Como todo lo que viene de vos, fuego.
Tu nariz, con esa curvatura perfecta, esa que solo puede tener un tobogán.
¿Cómo no mirarte solo a vos?, decime.
Tu cuerpo era un templo.
Adoraba que me rodees con tus brazos mientras me apoyaba en tu pecho, y que con tus manos garabatees mi espalda. 

¿Cómo no mirar tu boca?
Esa boca, esa boca gruesa, rojiza, carnosa, ¡qué hermosa boca!.
Tu boca es de esas bocas que arrancan los besos de raíz, y que marcan los labios que tocan, los cuellos, las clavículas, el pecho que tocan.
Quiero morirme, quiero hacerlo, y quiero que sea ahí, en tu boca.
Quiero gritarte lo que me haces sentir, quiero vibrar y mientras tanto latir, quiero todos los besos que puedas entregar, los quiero para mí.
Solíamos acostarnos en el pasto la mayoría de las tardes, debatíamos sob tardes, debatpasto la mayorre las formas de las nubes, sobre su color, sobre las copas de los árboles y sobre todo lo que viéramos de paso por ese pedacito de cielo que nos pertenecía.
Siempre se sentaba de la nada, y rascaba sus brazos, decía que los bichitos colorados la picaban, eso me causaba gracia.
Pasaba más tiempo mirándola del que recuerdo.
Sus ojos color café, brillosos, curiosos, de perfecta redondez y sus pestañas bien largas, eran de admirar.
Su pelo castaño, largo y con ondas, suave como las mismas nubes que mirábamos, era algo increíble.
Su sonrisa, esa sonrisa perfecta y bien marcada, le daba brillo al sol y a todo el cielo, a la luna, a las estrellas, y a mí, que cuando te veía sonreír, rogaba que seas mía.
Tus manos dibujaban formas, vagas y desprolijas en el cielo.
Hacías formas en mi cara, tus dedos recorrían desde mi cuello, hasta mi frente, y cuando llegaba a mis labios sonreía, y me decía que me quede quieta, disfrutaba de verme sufrir con las cosquillas.
Cuando se iba, y se despedía de mí, mi mundo ya dejaba de ser un mundo, para ser solo una nebulosa, una estrella sin brillo, sentía como me apagaba por dentro, me hacía sentir viva durante todo el día, pero llegaba la noche, y quedarme sola no era grato, la extrañaba mucho, tenía la necesidad de apretarla entre mis brazos para dormir, de sentir el aroma de su pelo mezclándose con el aroma del ambiente de mi cuarto, de fundirme en su cuerpo, entre su piel y las sábanas. Tenía necesidad de ella. Ella era mi necesidad.
A la noche, lo más difícil era poder dormir, así que trataba de ocupar mi tiempo en muchas cosas para no recordarla demasiado y volverla a extrañar. Intentaba todo, tocar la guitarra, escribir, cantar, pero sin darme cuenta, todo era para ella, mis composiciones, mis palabras, mis canciones. Todo se volvía inútil en algún punto.
Mis noches terminaban en un sillón de terciopelo azul.
Y mis días empezaban con sus golpes en mi puerta.
De día era feliz, pero de noche, sufría su ausencia. 
Me detuve unos segundos antes de irme, y te miré, recuerdo que te miré mucho, quería que mi retina lograra retener tu perfección todo el tiempo que fuera posible, quería quedarme ahí viéndote, pero cerraste la puerta, y te perdí de vista.
Yo me quedé ahí, en tu vereda, pensándote.. Luego entendí que no ibas a querer verme después de haber peleado, entonces bajé la cabeza, y golpeando piedritas con mi zapato emprendí camino, no sé a donde, solo seguí el impulso de mis pies.

No pude aguantarme, no me resistí y me puse a pensar en vos, quería sacarme todo de la cabeza en ese momento, pero no pude, me puse a pensar en lo que hablamos, en esa pelea, siempre supiste que no me gusta estar así, comprendo mi frialdad ante ciertas cosas, sé que no lloro siempre, no es porque no quiera, es porque no me sale, no puedo hacerlo.. Me desgarró el alma ver que vos si lo hacías, vos si llorabas, lo hacías por esto que tenemos, por mí, me desgarró verte así.
Mientras caminaba, recordé de que manera me hablabas fuera de tu casa, recordé que estabas descalza, con tus dos manos trenzadas, llenas de tierra por estar hurgando los canteros del jardín, vestida con ropa de entrecasa, con aroma a fresias, me decías en todo momento que me amabas, le dabas énfasis a cada palabra, las hacías resonar, las hacías parecer agresivas, se que lo hacías así porque querías que entre en mi cabeza, que no me olvide de lo que me decías.
Yo, mientras te miraba, contuve mil abrazos, mil besos, me contuve a mí, contuve mis impulsos de caballo salvaje, y te escuché, te escuché pacientemente, busqué en tus ojos ese amor del que tanto me hablabas y te escuché.

Cuando terminaste de hablarme, te miré las manitos, y las tomé sobre las mías, estaban transpiradas, pero no las retuve conmigo mucho tiempo, porque te apartaste de mí.
Me pediste que me vaya.
Me dijiste que querías estar sola, y te pusiste bajo el marco de la puerta, como echándome. Yo solo que atine a decirte fue: -Quedate conmigo, necesito que me escuches a mi-, fue lo que me salió, hice un paso y te tomé la mano, seguido de eso me dijiste: -Quiero estar sola- y me la arrebataste nuevamente.

No entiendo porqué me fui, no comprendo como caminé tanto, ¿en que momento ocurrió?, frené, yo no quería irme, ¿por qué me fui?, de pronto me detuve y miré hacia arriba, había una nube un poco gris sobre mi, pensé que sería algo así como la soledad, luego baje mi mentón y vi pétalos secos en el suelo, me pareció raro porque estábamos en primavera, a fines de septiembre, todas las flores a esta altura siempre florecen.
Decidí seguirlos con la mirada, había muchos tirados, y vi a unos pasos había una florería, eso explicaba el porqué de los pétalos. La florería estaba vacía,vacía de gente, pero llena de vida.
Entré, saludé y busqué un ramo que grite tu nombre, que despida tu aroma, no fue difícil, fueron dos minutos de búsqueda, logré encontrar en un rincón un ramo pequeño de fresias, fresias frescas y vivas, con ganas de unir a dos personas separadas por una grieta.
Fui al mostrador, y mientras hablaba con la duela creo que era, pagué el ramo con un billete de diez todo doblado y un par de monedas.
Saludé y me fui corriendo de ahí, envolví las flores entre mis brazos y corrí, corrí como nunca, corrí como si nos volviéramos a reencontrar después de años, corrí como para abrazar a ese mejor amigo de la infancia, corrí como una pantera, y de inmediato estaba ahí, en tu puerta.

Miré mi ropa y me acomodé, aplaste un poco las arrugas de mi remera, y miré tu puerta, mi panza gruñía de nervios, de pronto me sentí un niño aguardando a la salida del jardín para ver a sus padres y correr a darles un abrazo.
No quise pensar mucho, de hecho, solo me salió caminar.
Caminé hacia su puerta, mirando para abajo, limpiándome la transpiración de las manos y cuando estuve ahí, a diez centímetros, escondí el ramo detrás de mi, y golpeé.. No se escuchaba nada, cada segundo me impacientaba más que el anterior, hasta que abriste, y mi cuerpo se congeló. Fui un roble por un momento, hasta que hiciste un paso, y quedaste frente a mí, y ya no pude contener mis ganas de besarte, y con esas ganas se desencadenaron más, como las ganas de abrazarte, de mimarte.. En ese momento todas las ganas de todo, vinieron a mí.
No pude contenerme más, y te besé, te besé como nunca antes, te besé como en una despedida, como en un reencuentro.. Te besé. Hicimos el amor en un beso.
Por dos segundos te solté, apoyé mi frente contra la tuya, y cerré los ojos.
Luego te miré, saqué las flores que había escondido en mi espalda, y te pedí perdón. Perdón por absolutamente todo.. Te pedí perdón por mi frialdad, por irme y no insistir, no sabía muy bien que decirte, solo me salió eso, pedirte perdón por todo.
Secaste tus lagrimas y me miraste, me miraste muy fijamente, me sonreíste, volviste a abrazarme, y con vos temblorosa me dijiste: -No te vayas, no vuelvas a irte nunca más-.
Con los ojos brillosos como un cristal, te abracé fuerte, contra mi pecho.. Sentí tus latidos, sentí tu llanto, sentí como sellábamos esa grieta.Y eso fue suficiente para no volver a soltarte.

El amor es sano cuando las personas no se agrietan y sufren por él.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Intenté no caer en el abismo de tus ojos
en la pasión de cada beso
en   las   mentiras   que   escupían   tus   labios
en tus promesas
en tus garras
intenté todo
pero ese todo no resultó
y caí en tus garras
en tus promesas
en   las   mentiras   que   escupían   tus   labios
en la pasión de cada beso
en el abismo de tus ojos
intenté todo
pero no resultó

y aún sigo cayendo.                                                                                    

Siempre viniendo a mi,
no dejas que mi mente descanse de vos,

ni de tus gestos,

ni de tu piel,

ni de tus rasgos al darte el sol..


Pertenezco a lo más profundo de tu pecho,
aunque no lo sabes, 
no sos consciente de ese hecho.

Volás mi inconsciente en cada sueño,
tu presencia se vuelve infame,
y allí, mi destino, incierto.